Como se sienten las esquinas...
Recuerdan lo finito y lo inacabado, lo que no fue.
A veces caminando por la calle, a uno le entra el miedo de pasar por las aristas donde fue feliz. Pero uno pasa, no porque sea valiente, ni porque tenga que pasar, sino porque al fin y al cabo uno ama las esquinas; porque uno necesita conservar la memoria y porque a algún lado habrá que llegar.