Los pensamientos de Beatriz
Ella amaba los pensamientos, especialmente los morados.
Eran sus flores preferidas y todas las semanas había varios floreros por los pasillos. Iba las compraba, o se las regalaban en los brazos, como algo que es muy querido.
Yo la acompañaba a arreglarlas en el lavadero, en la parte de atrás de la casa familiar del Nicolás de Federmán...
Beatriz era mi abuela y sus pensamientos eran hermosos, íntimos, con clase. Como ella, que me quería con todo el corazón; como yo quería ser...
Aunque no eran en ese momento mis flores preferidas:
¿por qué pensamientos en vez de rosas?
y en todo caso... ¿para qué flores?
- Pues porque son hermosas y porque son para La Virgen María...-
Ahí supe que a la madre de Díos, al menos en la que fue mi casa paterna, esas le gustaban más; y que siendo las flores una señal de veneración para mi abuela, se convertían también en una prueba física de cariño y devoción por los suyos, para que María estuviera contenta e intercediera por nosotros.
Por eso había que cortar con cuidado los tallos, limpiar con paciencia las hojas y armar con dedicación los buqués. Para que fueran parte del paisaje, para que alegraran a la milagrosa y para que se alojaran en forma de inflexión en mi memoria; para que fueran la evocación de la belleza y de la elegancia, del amor de mi Beatriz.
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