Sucedió una vez, en un país donde el matrimonio gay era visto con buenos ojos, que se enamoraron un lápiz y un papel.
Sabiéndose por principio hechos de la misma madera, se abandonaron sin prejuicios a la prosa de un poeta, cuyos dedos curtidos aportaron la cuota de piel necesaria para iniciar un buen relato; tan brillantes eran sus trazos, y tan elegantes sus letras, que la mano del escritor se volvió famosa. De todas partes del mundo venían a leer. El público lloraba, reía, soñaba...
Entre tanto, en la intimidad de su anonimato, el lápiz siguió amando, pintando, rayando sobre el papel muerto de cosquillas. (...) Y así fue hasta el final de los días, cuando sobre el escritorio sólo quedó un sombrero de borrador y un montoncito de cenizas.
Esos son los amores que consumen, los que hay que procurar, porque construyen buenas historias.
Ilustración el origen de los días, por 'Nando'
Me encanta.
ResponderEliminarQué gusto que nos visites por aquí :)
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